Cuba y EEUU, al fin con un diálogo que -obvio- no es amor

Emilio Marín.-- Antes de analizar las reuniones del 21 y 22 de enero hay que decir algo sobre el escenario de ese diálogo entre Cuba y Estados Unidos. Fue en el histórico Palacio de las Convenciones donde es habitual que se reúna la Asamblea Nacional del Poder Popular, las organizaciones sociales, etc. Allí se respira la revolución cubana. Por ejemplo, las delegaciones de Colombia y las FARC buscan allí una solución política a la guerra.O sea que en cuanto al lugar de las conversaciones, Cuba jugó de local, para decirlo deportivamente. Cuando después de una guerra se firma la paz, el vencido acude a firmar los papeles al campamento del ganador. Que el lector saque sus conclusiones.

Se podrá decir que Roberta Jacobson, Secretaria para América Latina del Departamento de Estado, fue hasta La Habana no porque su país se sintiera derrotado sino porque no quería abrir EE UU a unos cubanos que llegaran alborotando al mundo. En ese caso se podría asegurar que la isla ha sido mejor anfitriona, abriendo su casa a quien durante 54 años -si se cuenta desde la invasión en Bahía Cochinos- se dedicó a tratar de derrocar a la revolución devenida en socialista.

Hay otros aspectos para entender quién cedió, o al menos quién debió ceder más, para llegar a esta ronda de diálogo entre los gobiernos de Raúl Castro y Barack Obama.


Uno de ellos es la histórica liberación de los tres antiterroristas cubanos presos en cárceles estadounidenses desde 1998. Eso fue anunciado en forma simultánea por los dos presidentes el pasado 17 de diciembre, quedando a cargo de La Habana liberar al agente estadounidense Alan Gross y a otro espía de la CIA. En Cuba hubo una enorme alegría por aquellas liberaciones. En cambio en EEUU la ultraderecha -sobre todo la republicana- y la gusanería de Miami pusieron el grito en el cielo ante lo que consideraron una "capitulación" de Obama.

Un último dato sobre la previa a las reuniones: el 16 de enero entraron en vigencia resoluciones de la secretaría del Tesoro y de Comercio de EE UU flexibilizando el bloqueo. Ahora los estadounidenses que quieran viajar a la isla podrán hacerlo por razones familiares, profesionales, culturales, deportivas, etc. Durante la estadía podrán usar sus tarjetas de crédito y traer de regreso productos hasta 400 dólares. Las líneas aéreas podrán volar a La Habana (no se levantaron las restricciones sobre viajes por vía marítima). Los bancos norteamericanos podrán abrir sucursales en Cuba, en cambio las entidades isleñas no están autorizadas a hacer lo propio en EEUU. Las empresas estadounidenses podrán hacer inversiones en áreas informáticas y la construcción, entre otros negocios.

Obama retoma así su política de 2009 de promover una flexibilización al bloqueo. Casi seis años después empieza por fin a darle forma. Es tarde e insuficiente pero es un hecho positivo. Queda claro quien cambió para poder llegar a los diálogos de esta semana en La Habana.

Dos reuniones

La primera reunión fue en el Palacio de las Convenciones, el 21 de enero. Jacobson no había llegado aún a Cuba, de modo que la representación estadounidense corrió a cargo de su segundo en la cartera, Alex Lee. Del lado cubano estuvo la jefa de delegación, Josefina Vidal, jefa de la sección de EE UU en la cancillería cubana, acompañada de Gustavo Machín, subdirector del área EE UU del Minrex.

Se habló de la agenda de migraciones. Washington ahora viene cumpliendo con el acuerdo de muchos años atrás, de otorgar 20.000 visas anuales a cubanos que quieren viajar al país vecino por diversas circunstancias, no necesariamente por disidencia política.

El problema es que en simultáneo persiste la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano, en EE UU, que propicia la inmigración ilegal con todos los perjuicios para esos cubanos que creen necesario cambiar de aire. Algunos se lanzan al mar y a veces lo pagan con su vida. Esa norma norteamericana incentiva esa corriente ilegal pues estableció la regla de "pies secos-pies mojados": si el inmigrante logra pisar suelo estadounidense tiene derecho a residir y pedir en un año su residencia permanente; si lo pillan en el mar, es devuelto a Cuba.

Ningún inmigrante de otra nacionalidad tiene esa prerrogativa "made in USA" destinada a generar muchos intentos de llegar a La Florida. Si tenía éxito, era usado en la propaganda contra Cuba; si fracasaba, se lo devolvía furioso que despotricara contra Castro; y si había ahogados, el costo también sería para el país de origen.

En la reunión del 21/1 la parte cubana pidió el fin de esa ley, pero Lee dijo que continuaría vigente. Por eso, en su encuentro posterior con la prensa, el número 2 Machín declaró: "al menos hemos acordado que estamos en desacuerdo sobre algunos temas". Una vieja fórmula diplomática para decir que no hay acuerdos pero que las dos partes han podido expresar sus puntos de vista.

La segunda ronda de diálogo, ya con Jacobson en su asiento, fue el 22. El último funcionario estadounidense de su mismo nivel había visitado Cuba en 1980, o sea 35 años atrás. El temario se tornó más político, como debía ser, al conversar sobre cómo restablecer las relaciones diplomáticas interrumpidas desde 1961. Sería una buena noticia para los dos países y también para Suiza, cuya embajada en La Habana suple en parte la ausencia de la representación norteamericana (sólo cuenta con una Sección de Intereses-SINA.

La reapertura de embajadas no sería un trámite tan complejo, pero el problema es que en este tiempo se han acumulado diferendos que demandan una solución previa. La representante cubana reclamó que se solucione el problema del consulado cubano en Nueva York, privado de acceder a servicios financieros por disposición norteamericana. Esto ocasiona graves perjuicios a esa dependencia y a tantas personas que acuden allí con diversos trámites.

Además Vidal-Machín insistieron en que el Departamento de Estado saque a la isla de la lista de países que practican el terrorismo. Estar allí, además de tremenda injusticia, supone como consecuencia directa no poder tramitar créditos internacionales. Un país terrorista no califica para esos créditos, salvo que el terrorismo que practique sean las invasiones a Irak, Afganistán, Libia, Siria, Gaza, etc. En este caso sí tendrá préstamos internacionales...

Derechos humanos

La representación cubana demandó el fin del bloqueo estadounidense, condenado por la ONU desde 1992. La delegación estadounidense habrá alegado que las medidas de la semana anterior demuestran la buena fe de la administración Obama. Habrán hecho mención que ahora los estadounidenses podrán aumentar sus remesas a familiares en la isla: 2.000 dólares por trimestre en vez de 400.

Pero Cuba no pide limosna sino poder comprar y vender, recibir inversiones, etc, sin que se le impongan previamente resignar su independencia política, soberanía nacional y socialismo martiano.

La excusa norteamericana puede girar en torno a que el bloqueo fue decidido por el Congreso vía ley Helms-Burton (1996). Ese Capitolio hoy está dominado en sus dos cámaras por la oposición republicana. La parte cubana urge a Obama a utilizar todas las prerrogativas para cortar las alas del bloqueo en todo lo que de su cargo depende, pero el problema es doble. Primero, el afroamericano no está dispuesto a levantar el bloqueo sino logra antes de la isla alguna renuncia de peso a su condición de socialista. Y segundo, a ese presidente, aún suponiendo muy buena voluntad que hasta ahora no mostró, le quedan sólo dos años en la Casa Blanca.

Los delegados cubanos no se quedaron en aquellos sentidos reclamos. También ofrecieron colaboración para la lucha conjunta contra el narcotráfico y el terrorismo, y afrontar en común enfermedades como el Ébola o el cuidado del medio ambiente.

La parte norteamericana no quiso tomar la mano que le tendían. Más aún, en la tarde del último día, Jacobson meneó el tema de los derechos humanos, presentado en un comunicado como gran preocupación de las autoridades norteamericanas junto con las reformas democráticas que según éstas se necesitan en la isla.

La respuesta de los delegados cubanos fue educada pero con sentido de contraofensiva. Dijeron que querían debatir cómo están esos derechos en EEUU. Pusieron de ejemplo las detenciones ilegales y las torturas en Guantánamo, así como "la brutalidad y el abuso policial, cada vez más alarmantes, como en los hechos ocurridos en Ferguson y Nueva York, el incremento del racismo y la discriminación racial". También el menor salario que perciben las mujeres trabajadoras.

Esa respuesta fue excelente. Demuestra que Cuba fue con las manos abiertas al diálogo con su hasta ahora mal vecino. Y cuando éste comenzó con agresiones, propias de la esencia de su sistema imperial, la isla cerró los cinco dedos en forma de puño y contragolpeó. La cancillería cubana calificó estas reuniones como positivas, pero advirtió que la negociación va a tener que seguir por más tiempo.
A Jacobson y sus jefes, Obama y John Kerry, les cabe el refrán argentino: "fueron por lana (a Cuba) y volvieron trasquilados".

Fuente: laarena.com.ar

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