Cuba-Trump ¿algo más que garrote o zanahoria?

Norelys Morales Aguilera.─ Nadie tiene una explicación argumentada para las demoras en hacer saber la nueva política de Washington hacia La Habana, aunque fuentes oficiales han dicho que se trata de asuntos que no tienen que ver con el tema cubano y han restado importancia al asunto.

Sin embargo, no es menor el tema dado que América Latina y el Caribe son demasiado importantes para la geopolítica del imperio, enfrascado en asegurarse los vastos recursos de la región en tiempos tempestuosos, de lo cual es prueba irrefutable la ofensiva política de la derecha por todas las vías posibles.

Por otro lado, si vemos las decisiones de Donald Trump en estos meses de gobierno, tanto en política doméstica como internacional, revertir todo lo hecho por su antecesor Barack Obama ha sido con urgencia, casi una obsesión, menos con Cuba, lo cual no debe ser fortuito. Tampoco es insignificante que el anuncio se vaya a realizar en Miami, según todas las fuentes, donde debe satisfacer al escandaloso lobby “anticastrista”.

El 12 de junio, Helen Aguirre Ferré, vocera de la Casa Blanca, dijo que el presidente aún no había visto las recomendaciones finales sobre lo que sería una orden ejecutiva. Quizás los medios estén aportando expectación, que es la palabra más repetida en los titulares. “El presidente no ha visto la propuesta final y no la ha aprobado. Él es un presidente muy independiente en su modo de pensar y no sería la primera vez que echa algo para atrás para ser revisado”, dijo la funcionaria a El Nuevo Herald.

La propuesta que aprobará Trump proviene del poderoso Consejo de Seguridad Nacional (National Security Council o NSC), en el cual, no es de extrañar que sea azuzada la “amenaza de Rusia y China”. El actual jefe del NSC es el teniente general Hebert Raymond McMaster, a quien apodan el “Guerrero pensador”. De acuerdo con la agencia EFE, el director de Inteligencia Nacional, Dan Coats, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Joseph Dunford, vuelven a ser “participantes regulares” del ente gubernamental. También están el director de la CIA, Mike Pompeo, el secretario de Energía, Rick Perry, y la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley.

De modo que la política que siga hacia la Isla la administración Trump no será vista por estos personajes como un pequeño país vecino, sino que se relaciona al contexto regional e internacional. No se puede dudar de que a estas alturas Washington esperaba tener “arreglada” a Venezuela como dijo el rey Trump, con lo que la teoría del “efecto dominó” influiría sobre Cuba y la disyuntiva sería o zanahoria o garrote. Pero, la resistencia venezolana les está aguando el festín, así como el triunfo electoral en Ecuador y las inquietantes protestas en Suramérica contra las políticas neoliberales y privatizadoras de los Macri, los Temer y compañía.

Un hecho inédito es que nunca antes se vio en Estados Unidos que tantos medios, organizaciones y congresistas, lo mismo demócratas como republicanos, se pronuncien en contra de revertir el camino transcurrido hacia el mejoramiento de relaciones entre ambos países. Se dice que la reacción nacional de diversos tipos de sectores pidiendo que se mantenga la política de Obama ha cogido al equipo de Trump por sorpresa.

El anuncio definitivo pudiera ser algo parecido al famoso memorándum filtrado de Mario Díaz Balart, que en esencia es casi regresar a cómo era la política antes del 17 de diciembre del 2014. Otros aseguran que pudiera ser un término medio entre el memorándum y la política de Obama. Lo que sí nadie piensa es que la política de Obama se mantenga intacta, sin cambios, opina el periodista Reinaldo Taladrid Herrero.

De acuerdo con un análisis difundido a principios de mes por Engage Cuba, una reversión de las medidas de Obama costaría a la economía estadounidense seis mil 600 millones de dólares. También ha publicado una encuesta nacional realizada a gente que está registrada para votar. Sobre los cambios de política sobre Cuba que hizo Obama el 65 % de los estadounidenses apoya mantenerlo, solo el 18 % se opone a mantenerlos. Entre los votantes republicanos se hizo una distinción y se conoció que el 64 % de ellos apoya mantener los cambios hechos por Obama en la política hacia Cuba, se oponen el 22 %. Entre votantes republicanos el 55 % apoya eliminar el embargo de viajes y comercio con Cuba, y el 26 % se opone.

En una encuesta de la Universidad Internacional de la Florida, realizada entre los cubanoamericanos del Condado de Miami Dade, el 63 % apoya que se levante totalmente el embargo de viajes y comercio con Cuba.
Pero, en la vida real eso no ha sucedido. Recientemente la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC) de Estados Unidos impuso una multa a una subsidiaria canadiense de la American Honda Finance Corporation (AHFC) por un valor de 87 255 dólares, por violar las regulaciones del bloqueo estadounidense contra Cuba.

Así que, unos dos años de zanahoria por parte de la administración de Barack Obama y décadas de garrote es algo que en Cuba se conoce, lamentablemente, muy bien. Terrorismo, guerra biológica, agresiones psicológicas y un bloqueo genocida que el mundo entero rechaza y Washington no enmienda, entre otras fechorías, sintetizan lo vivido en la Isla por el único pecado de ser independiente.

¿Podrán inventar algo nuevo? ¿Les quedará algo por usar en el repertorio agresivo e injerencista, que no sea dar marcha atrás al intento de crear una convivencia civilizada?

Publicado en Cubahora.cu

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